martes, 28 de junio de 2011

Bacterias

Tengo que darle más vueltas, pero este es el primer borrador. Igual si me enrollo más sale algo curioso:


En cuanto me sacan bruscamente del agua estancada no puedo dejar de tiritar. Me gustaría decir que el agua tiene el matiz verdoso de la amatista apagada o el suave musgo que crece sereno bajo la sombra de los árboles más altos del bosque de las hadas. Pero mentiría, es un verde legamoso, más parecido a los líquenes que afloran de las tumbas abiertas y que se pegan a las lápidas como sanguijuelas esponjosas o a los hongos que exudan los restos orgánicos a los que el sol ha mancillado tras la muerte como una turba de profanadores de cadáveres. Los tonos de marrón son un añadido que, lejos de ser el ocre arenoso de los campos de labranza tras una tormenta, tienen más parecidos con algo que esperarías ver flotando en los urinarios de cualquier estación de servicio en los sectores más alejados del brazo espiral de la Vía Láctea.
Mis dientes castañetean como armas automáticas mal engrasadas (“hechas en la tierra” es como se dice en el resto de galaxias cuando un producto es defectuoso) y mi piel arde con una fiebre que empezó tomando un jerez de aperitivo en el jardín y ahora está vaciando la despensa y atiborrándose en la cama de matrimonio de la habitación principal de la casa. Ya no sé lo que pienso, los pensamientos caminan solos y desorientados por el palacio cuando el servicio ha abandonado el hogar, los ojos me queman y arden con el fuego de supernovas en las cuencas temblorosas, la garganta se me antoja un desfiladero roto y quebrado por el que se ha despeñado mi vitalidad mientras se ha ido golpeando con todos y cada uno de los afilados salientes rocosos y en la piel se confunden la humedad del agua sucia con el sudor frío mientras ambos grupos comienzan a ser evaporados con la hoguera febril que arde constante en mi organismo agonizante.
Mis captores parecen sonreír debajo de sus trajes antirradiación y con los andares torpes que caracteriza tamaña protección me empujan hacia un rincón donde han dejado algo de ropa que tendría que haber sido llevada por un vagabundo que se hiciera encima todas las funciones corporales durante varios meses para empezar a estar la mitad de sucia. Los temblores, el sudor frío, la ayuda de los miembros embutidos en amianto de mis captores y los bultos desagradables que brotan de gran parte de mi cuerpo hacen que cueste bastante ponerme la ropa. Una inyección con pistola de antibióticos de choque, que impiden que muera en el instante, pero que no termina con los trillones de infecciones que se han adueñado de mis órganos se suma a la rave en la que se ha convertido todo mi conjunto ordenado de células. Estoy listo para mi función y no tendré que hacer prácticamente nada, salvo toser sangre negra y arrastrarme por dónde sea que me quieran dejar suelto mis captores.
Tras el primer contacto con la primera civilización alienígena se descubrió cuál iba a ser la utilidad de los terrestres. La evolución nos había preparado para sobrevivir en un terreno hostil, lleno de microorganismos agresivos, seleccionando una especie con el sistema inmunológico más resistente de las galaxias conocidas. La Tierra era un planeta con un tremendo potencial geológico que se había llenado en mal momento de bichos de todo tipo. Las enfermedades de la Tierra barrerían cualquier otra forma de vida de la galaxia en un suspiro asmático. Los primeros viajeros espaciales que llegaron lo sufrieron en sus carnes y enseguida decidieron cuál iba a ser nuestra utilidad como especie, haríamos en lo sucesivo lo único  para lo único que valíamos, para ser una granja de bacterias, un almacén de virus, que se soltaría en cualquier planeta que se quisiera atemorizar. Un poco de ayuda para que las enfermedades crezcan lozanas y jugosas y poco más habría que hacer.
Somos las cucarachas del universo, la fuente de las plagas que acabarían con decenas de sectores en pocos años, los contenedores ambulantes de las bacterias más temidas, el contagio asegurado de terribles dolencias… Somos la bomba biológica ambulante definitiva.

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