P.D. Que, la verdad, en el word parecía algo más, ya lo dejo solo por no borrar la entrada.
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Hay quien dice que
las experiencias nos esculpen, que del inerte mármol nacarado, o el rudo
granito, según cada caso, pueden sacarnos o La Piedad de Miguel Ángel o un
montón de gravilla diseminada por el suelo del estudio o del museo de arte
moderno. No es por darle más importancia de la debida en el resultado actual,
pero creo que mi experiencia con ella llegó a esculpir casi por completo las
líneas generales de la escultura que soy hoy día: Una forma algo abstracta, que
no llega a comprenderse al primer vistazo, con bastantes áreas rugosas,
abundantes oquedades de las que ya es imposible adivinar a dónde fue a parar el
material de origen y, todo sea dicho, alguna que otra zona que ahora brilla con
un magnífico pulido, allí donde posó su mano y su sonrisa cinceló la piedra con
pericia.
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Luego entonces ¿consideras que sería más prudente tener
más información antes del descenso y el primer contacto? – Pregunté tras un
rato de silencio incómodo, algo menos incómodo de lo que hubiera sido con la de
verdad porque el holograma no podía mandarte a dormir al sofá cuando decidía unilateralmente
que la discusión había terminado y ella había ganado. Lamentablemente en esos
casos no existía una organización que velara por los derechos de los
prisioneros de guerra y que dijera que privar a alguien de dormir una sola
noche abrazado a ella, una noche sin sentir su corazón latiendo tan al lado de
ti que podías imaginar como cada latido estaba dando vida a dos personas y sin
poder estrechar con los tuyos sus pequeños y fríos pies, que tiritaban como
glaciares primigenios que albergaran el secreto de la vida; no había nadie que
legislara que quitarle a alguien todo aquello debería estar prohibido por todos
los tratados bélicos de las civilizaciones galácticas conocidas por la
humanidad.
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Muy inteligente no sería, así que seguramente hubiera
sido el hilo de actuación que hubieses tomado de no haberme preguntado. De
nada.
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Menos mal que te tengo.
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Pues sí, si no habrías terminado deshidratado y violado
en cualquier campo de asteroides hacía ya bastante.
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Ahora en serio, sí que deberíamos saber bastante más.
No quiero ser yo la causa de que entremos en guerra con ellos por un mal
encontronazo nada más llegar. La información que ofrecen los psíquicos es lo
que tiene.
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Igual una guerra les interesa y por eso han enviado al
más inútil que tenían en nómina.
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Te quiero – Dije sin haber procesado mucho esa última
frase y confiando más en el imperceptible destello de sus ojos que solían ser
en la mayoría de las veces el desencadenante de una sonrisa. No lo eran
siempre, pero ya llegué a condicionarme cada vez que creía percibir ese pequeño
brillo repentino y fugaz detrás de sus ojos oscuros. Pequeños fuegos fatuos en
un pantano, capaces de lograr hundir a cualquiera que tratara de seguirlos sin
el más preciso de los cuidados.
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Claro. ¿Cómo no?
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